Durante la siguiente sesión de terapia individual,
llegué dispuesta a expresar mi enojo por aquella amistad que terminó para mi
descontento. Pude expresar. La terapeuta me invitó a agregar la frase “no
eres mejor que yo” mientras golpeaba con el tubo. Esto me fue
totalmente innovador respecto a aquella amistad perdida y la forma en que yo
veía a esa persona. Me fue tan innovador
que de cierta forma el rompimiento me incomodó menos, me dolió menos. Intenté con otras frases como “me lastimaste”,
“confié en ti”. Sin embargo “no eres
mejor que yo” fue por mucho la que me dio más alivio, sentí que recuperaba una
parte de mí, un poder interior, una seguridad y un silencio de satisfacción.
lunes, 3 de marzo de 2014
Trabajando con la descarga
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